Todos los seres tenemos dos partes, a saber, cara y nuca, pecho y espalda; dos partes que no se comunican entre ellas, antagónicas. Mi pecho no habla con mi espalda, mi cara no sabe nada de mi nuca, la vida que lleva. Pasa una cosa muy curiosa entre los humanos: nuestros pechos y nuestras caras intercanvian monotonías y cosas importantes a diario; pero ¿Y nuestras espaldas, y nuestras nucas, nuestros glúteos…? NADA: desconectados.

¿Y si pasara lo mismo con nuestras almas? La rutina, las frases banales, las cotidianas (nuestras caras y nuestros pechos) que se oyen a menudo. Las espaldas (lo más íntimo, lo profundo, la cara B) que viven en silencios rotos solo por temblores esporàdicos.

Esto es lo que me entra con el aire que respiro cuando me desplazo por el edificio: Rubén y sus sentimientos; Devendra y los suyos…. Todos los que aquí estamos con nuestro lado oscuro (en la sombra).

Y tras este momento oculto (en la sombra) sigo desplazándo co premura por los pasillos.

Toca clase.

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