De pronto Lalo parecía nervioso. Algo había ocurrido, sin duda. Hablaba entrecortado, apenas era capaz de entenderle nada de lo que quisiera decir:
-Mec… tas… mi cam… …psi… …tas.
-¿Qué dices, Lalo?
-Nad… se l… cuán… …pe.
Me encerré en el departamento. Lalo seguía hablando de ese extraño modo para quien quisiera escucharlo.